Isla de Luzón

Se acercaba la fecha de nuestro viaje y todavía no habíamos deshojado la margarita de nuestro próximo destino. Brasil, Sudáfrica, Filipinas daban vueltas en nuestras cabezas. Al final, fue el país asiático el escenario que elegiríamos para disfrutar de nuestras vacaciones en bicicleta. No teníamos muchas referencias y de nuevo un problema: 
¿qué recorrido realizar en un archipiélago que superan las siete mil islas?


Los primeros dos días, sufrimos la falta de aclimatación al sofocante calor, pero sobre todo, al intenso tráfico. Pero al llegar a las montañas, éste desaparece y la temperatura se torna más agradable.


Rodamos por la Halsema road, una carretera de montaña con fuertes desniveles pero con espectaculares paisajes.







¡Precaución. Carretera resbalosa!
Las carreteras no siempre se encuentran en estado óptimo, pero la humedad y el deterioro de los neumáticos, no ayudan en la adherencia.
En el área de Sagada, no se incinera, ni se entierra a los muertos, simplemente se les mete en ataúdes de madera que se cuelgan de las paredes o se depositan éstos en el interior de cuevas.
Los Ifugao, habitantes del área de Bananue, visten con ropas occidentales. Sin embargo, es frecuente encontrar a personas mayores disfrazadas de forma tradicionales, para que el turista de turno se fotografíe con ellos.





 Pedaleamos hacia Cervantes, con la incertidumbre de si podremos atravesar el río Abra. Nadie nos confirma, si el puente en construción está acabado. Por suerte, un puente colgante permite el paso a peatones y ciclistas.






    Para pedalear por las montañas del norte del país, es fundamental estar bien alimentado y en la ruta nunca falta un sencillo chiringuito donde avituallarse. Sopa, noodles, arroz... siempre acompañado de un trocito de cerdo, ternera o pescado.

Vigán está considerada la ciudad colonial mejor conservada, aunque su encanto se reduce a un par de calles.
Las peleas de gallos forman parte de la vida de muchos filipinos.

Antes de abandonar la isla de Luzón, nos acercamos a visitar el lago Taal con su volcán interior.


Isla de Mindoro




Desmbarcamos en Puerto Galera, en el norte de la isla y cambiamos los pedales por el remo para visitar su extensa bahía.


Los filipinos se toman muy en serio la Navidad y calles o carreteras  se encuentran "alegremente" ornamentadas
En Filipinas cuando llueve, lo hace de forma torrencial. Luego el agua discurre por donde puede llevándose por delante carreteras, casas o pueblos enteros.




    En Bongabong, tras una larga jornada en bici, somos invitados a cenar por estos simpáticos personajes. Al final de la velada, la mezcla del cansancio, el ron y la cerveza, hacen que el sonido de la guitarra española nos traslade a otras latitudes.

Isla de Panay

Cruzamos a la isla de Panay y nos dirigimos directamente al principal destino turístico de Filipinas, la pequeña isla de Boracay. Nos concedemos unas "minivacaciones" y nos dedicamos a pasear por sus playas, darnos ciertos privilegios gastronómicos y a descansar.



Después de cuatro jornadas de descanso... volvemos a la carretera.

Lejos de los grandes desniveles que encontramos en el norte del país, la suave orografía de las Visayas nos permite disfrutar de la bicicleta. Además, la ruta ofrece hermosas escenas de la vida cotidiana.

En las ciudades encontrábamos gasolineras convencionales, pero en las zonas rurales, lejos de los modernos surtidores, el combustible se sirve en refrescos de cola. Aun así, el precio de la gasolina estaba por las nubes, por lo que los vehículos que nos cruzábamos iban hasta la bandera.

En los pueblos del sur de Panay se encuentran algunas de las mejor conservadas iglesias de la época colonial.

Isla de Negros



Una corta navegación nos deja en Negros, conocida como la isla dulce.Y no es que la población se dedique mayoritariamente a la repostería, sino que el cultivo predominante en la isla es la caña de azúcar.



    En un pueblecillo perdido de la isla de Negros nos coincide Nochebuena y Navidad y la población local anda sumida en los preparativos de los festejos.

No habíamos coincidido con ningún otro cicloviajero en la ruta, por lo que resultó una agradable sorpresa el juntarnos con Kety y Michel, una pareja suiza que andaba realizando un largo viaje en bicicleta.




Isla de Apo



    Cruzamos a la diminuta islita de Apo para despedir el año. Todo un paraíso, tanto para el buceo con botella, como para el snorkel. Los pescadores del lugar han dejado sus agresivas artes de pesca y el recuperado arrecife atrae de nuevo a infinidad de pececillos y a unos cuantos turistas. Nadar y sumergirnos en compañía de amigables tortugas fue la mejor manera de saludar el nuevo año.



Isla de Siquijor

    Un "fast ferry" nos deposita en la isla de Siquijor. Otra pequeña isla con algunas sorpresas tan agradables como refrescantes.






Isla de Bohol

Tras descansar un par de días en la turística Alona Beach... nos hacemos de nuevo a la ruta.
Aparece el siempre inoportuno pinchazo

Aparte de iglesias y casas coloniales, la toponimia refleja también, el legado de los españoles por la zona. Pamplona, Pontevedra, Legazpi, y un sinfín de nombres conocidos.

En los bosque centrales de la isla de Bohol, así como en otras reducidas áreas del país, habita este simpático y diminuto habitante. El simpático tarsero presume de ser el primate de menor tamaño del planeta, pero compite por ese honor con el lémur ratón de Madagascar.
Otro de los atractivos de la isla de Bohol, son las chocolate hills, pero o estábamos en la época de lluvias o el cacao es aquí de diferente color.

Sabíamos que nos dirigíamos hacia el sureste del país, en época de lluvias en los meses que nos encontrábamos. Por eso no nos sorprendió cuando nos agarró un fuerte aguacero en medio de la ruta. 
...pero un breve chaparrón a treinta grados no se lleva tan mal.


Sur de Leyte

Un destartalado transbordador nos cruza Maasin, al sur de Leyte.

Pedaleamos la costa hasta Padre Burgos con la esperanza de poder avistar, cuando no nadar, con el escualo de mayor tamaño del océano, el tiburón ballena. Pero este pacífico pececillo había cambiado su destino vacacional y no tuvimos más remedio que conformarnos con contemplarlo en algún cartel publicitario.




Ciudad de Cebú

Nos acercamos hasta la ciudad de Cebú, para tomar el avión que nos dirija a Palawan. Lo que no contábamos es que la ciudad estuviera tomada por miles de fervientes seguidores del "Santo Niño". Acordándonos de la madre que lo parió, nos volvemos locos para encontrar un sitio donde alojarnos en medio de la locura.
Aquí los jóvenes, en vez de llevar una jarra de bebida en la mano, portan al p... niño.


Archipiélago de Palawan

    De una manera fácil y cómoda volamos con nuestras bicicletas hasta Puerto Princesa, la capital del archipiélago de Palawan.
Estas islas se encuentran bastantes alejadas del resto del país, por lo que según llegamos percibimos algunos cambios.
El cambio que más agradecemos es el casi inexistente tráfico, quebradero de cabeza quizás para mochileros, pero perfecto para el ciclista.
El escaso tráfico se reduce a algún viejo jeepney cargado hasta las cartolas.



Una visita obligada en la isla de Palawan es el paseo en barca por el underground river, un río subterráneo que recorre las entrañas de este laberinto karstico.



Tan sólo hemos dejado un par de semanas para la visita de Palawan, pero se nos antoja que nos vamos a quedar cortos.


Nos desviamos de la única vía pavimentada de la isla y nos acercamos a Puerto Barton...
...otro de esos lugares del que nunca te quisieras marchar.

Pero debemos continuar la ruta. El asfalto se acaba, el calor aprieta, por lo que madrugamos más de lo habitual para no sufrir más de la cuenta en las últimas etapas.




Al final de la dura jornada... unos estiramiento y una reparadora ducha... y como nuevos.
Los alrededores de el Nido son junto a Corón, uno de los mejores escenarios posibles donde despedirnos de Filipinas.

Unas bahías salpicadas de centenares de islas e islotes y paradisíacas playas para descansar.



    La bahía de Corón atrae a submarinistas de todo el mundo para sumergirse en alguno de los muchos pecios que existen. Pero cualquier arrecife de la zona permite disfrutar con unas simples gafas  y un tubo.
    El pez payaso es uno de los más territoriales, por lo que resulta sencillo pillarle en casa.